Desconfiemos de todos los políticos y no solo de algunos.

Por. Jonás Herrera

Los salvadoreños estamos a pocos meses de una nueva elección presidencial y sí, otra vez estamos por escuchar la celebre frase: esta vez será la elección más importante de la historia, un estribillo que al reflexionar vengo escuchando desde niño, pero lo cierto es que la silla está a punto de quedar vacía, y eso de [quedar vacía] es solo una broma ya que el profesor debe levantarse de una silla en la que nunca se sentó. La izquierda salvadoreña ha gobernado este período con la mayor ineptitud de la que tengo memoria, aquí incluidos los 20 años de Arena sí, esos años donde la derecha saqueó las arcas de estado, esos mismos años donde otros partidos de derecha se beneficiaron con componendas cual jineteras del poder y sí, esos años donde los ciudadanos se fueron hartando de los políticos dejando tierra y abono para el aparecimiento del todopoderoso mesías que vendrá a salvarnos.

Los políticos se merecen que dudemos de ellos.

La historia política reciente de El Salvador se puede contar en versión de chiste tragicómico, el menú político en el país pareciera ser entre una derecha con viejas mañas, una derecha oportunista y una derecha divisionista, todos por cierto ofreciéndole el platillo a los mismos comensales, al otro lado como antípoda la preferencia sería la de una izquierda obturada e inepta, el trilema lo completa el mesías antisistema donde las nuevas ideas impulsadas a fuerza de poseídos troles avanzan del surrealismo a la realidad concreta, la que tiene abatido a más de algún líder de los grupos antes mencionados.

Y aquí estamos los ciudadanos de nuevo jugándonos la suerte del país, prestando el timón del barco al bribón de turno, no soy libertario ni anarquista por lo que creo que es mediante el voto que debemos elegir a la persona más capaz y con principios, no más un embaucador.

No quiero que me mal interprete, no pretendo proponer el ex nihilo político, tampoco favorecer las posturas de los que están en contra de todo y de todos, no suscribo la frase: “apaguemos las luces y vámonos”, tampoco acuerdo con los que dicen que todos los políticos son una m... por el contrario, creo que todos los salvadoreños urgimos de buscar a la persona idónea para semejante cargo por el bien del país, y por supervivencia, por el bien de nosotros mismos. Pero si algo se han ganado los políticos [TODOS] y ahí podemos coincidir es que se merecen toda nuestra duda. Mi propuesta entonces es sugerirte ejercitarnos en la duda solo por un tiempo ¿qué digo?, por un momento dejemos la sangrienta batalla entre los que piensan blanco y los que piensan negro, propongo un tiempo de ejercitarnos en la indecisión y no como un acto propio de la anti-política sino todo lo contrario, con la finalidad de “conducir bien la propia razón y buscar la verdad” un acercamiento a lo sugerido, aunque en otro contexto,  por el filosofo francés René Descartes en su Discurso del método.

Comienzo yo dudando de mi mismo y de lo que creo, concluyendo que mi pensamiento al inicio de este escrito, entonces, es rabioso, visceral y desbalanceado, ahora lo entiendo, antes no había sido sometido a la más mínima reflexión ya que nacía de percepciones y de ruidos que los interesados se esmeran en hacer para adoptarnos, por lo que advertí que solo puedo aspirar a la verdad si dudo aún de lo que yo mismo pienso y si desconfío de todos los políticos y no solo de algunos.

Propongo entonces, por un tiempo dudar de mi partido, del himno, de la arenga, de los colores sean estos rojos, azules o turquesa, sugiero recelar lo que pensaba del che, del mayor, del comandante y hasta del santo. Aspiremos liberarnos por un momento de nuestro ideario y por tan solo un breve tiempo despojémonos de todo lo que asumimos como verdad sin haberla examinado, desistamos de las calenturas partidarias de las que todos hemos sido culpables. No obstante, esto solo debemos hacerlo por un breve tiempo luego cada uno deberá responsablemente asumir fuertes convicciones de lo examinado, confío que el ejercicio de dudar fortalecerá  y desechará creencias las cuales acercarán a cada uno a la verdad, y en todo caso a su verdad pero razonada, pero esto solo es posible si somos disciplinados en ejercitar la cuestión "rechazando como falso todo aquello en lo que podamos imaginar la más pequeña duda". Luego y después de este ejercicio cartesiano debemos ver si queda algo entre nuestras creencias que sea enteramente evidente e irrefutable, Descartes al pensar sobre esta cuestión decía que “la diversidad de nuestras opiniones no proviene de que unos sean más razonables que otros, sino solamente que conducimos nuestros pensamientos por diversas vías y no consideramos las mismas cosas”

El poder de distinguir lo verdadero de lo falso se basa en ejercitar la duda, y esto aplica tanto para nuestra existencia como para la política.

"Dudar de todo o creerlo todo son dos opciones igualmente cómodas, pues tanto una como otra nos eximen de reflexionar" 

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