¿Es la fe en Dios sierva de la ciencia?

Ayer vi en internet esta curiosa caricatura que en esencia refleja como las distintas religiones y para efectos de mi argumento, la creencia en Dios y la fe, vendrían a estar subordinadas por completo a la ciencia. 

En ella vemos a COVID-19 a punto de devorar a los creyentes, todos temen diciéndole al médico (científico) "por favor rápido". No conozco al autor ni el argumento original de su obra, pero quien la compartía hacía referencia que Dios no existe y ante el virus que postra a la humanidad seguir creyendo es un disparate. En general el discurso sería que los creyentes al final prefieren refugiarse en la ciencia y no en la fe en Dios, pero ¿realmente esto es así?.

Antes habrá que diferenciar el pensamiento científico del cientifismo ya que son posturas muy distintas. El cientifismo, que es lo que plantea la caricatura es un concepto filosófico "una tendencia que da excesivo valor a las nociones científicas, en especial a las ciencias basadas en los datos de la experiencia, considerando que son el único conocimiento válido". Como vemos, el cientifismo es una una cosmovisión que excluye sin más otros puntos de vista, de entrada el lector notará que excluir ideológicamente sin más no es algo que haría un científico el que por definición buscaría siempre llegar a la verdad por medio de la observación sistemática, la experimentación, comprobación y el análisis de los datos (método científico). Es decir un verdadero científico no podría afirmar ni descartar a priori aquello que pertenece al estudio de la metafísica, donde evidentemente la comprobación, obtención de datos y experimentación se vuelve en extremo complejo. 

El cientifismo en cambio y más aún el cientificismo ateo es una doctrina no muy distinta a cualquier creencia extremista. El ateo adorador del cientificismo antes que buscar la verdad mostrará un profundo desprecio por todo lo religioso particularmente por el cristianismo, se reconocerá fácilmente porque se ahogará por verter su discurso sacando datos de contexto, colocará dichos de científicos famosos, te llenará de estudios sin contrastes, abusará de las gráficas e incluso, es común, que los entre mezcle con historias de la inquisición, el vaticano, el abuso de sacerdotes a niños, el diezmo y hasta que Martín Lutero era borracho, y sucede que aunque todo esto fuera verdad solo son argumentos profanos y poco serios que no demuestran la subordinación de la ciencia ante un ser trascendente y menos otorgan pruebas sobre la no existencia de Dios.

De hecho cuando leemos a científicos como Stephen Hawking o Richard Dawkins ateos cientificistas por excelencia no veremos que resuelven los misterios del [no Dios] a través de comprobaciones,  fórmulas o por medio del método científico, lo hacen desde la observación subjetiva; siendo su argumentación en todo caso un ejercicio filosófico mas no un método propio de las ciencias duras, de llamar ciencia a sus tesis caerían sin mas en una especie de falacia ad verecundiam. Debates intelectuales sobre la existencia de Dios hay cientos(1); los científicos serios entienden que el caso de Dios excede el campo de estudio de la ciencia y por tal motivo su estudio por ahora queda reservado a otras disciplinas como la filosofía y la teología; sin embargo el cientificista insistirá sin razones que si no es demostrable en un  laboratorio no existe, tan absurdo es, que todo aquello que estaría por descubrirse mañana no existiera hoy en la mente intransigente del postulante cientificista.

"Así, el ateo cientificista popular, tiene para venerar al universo que cambiar al sacerdote o pastor por el científico y su estructura lógico mental se ve satisfecha, para los ateos militantes es ahora un opositor menos y una persona más receptiva a sus ideologías"(Edushinsan) 

¿Qué error tendría esta caricatura?

Ninguno, la caricatura muestra como los creyentes en tanto humanos experimentamos igual que toda la creación miedos, ansiedades e incertidumbre. El ateo cientificista tendría que demostrar cuál sería la contradicción de creer en Dios a la par de esperar que sean los científicos los que desarrollen la vacuna. Qué incompatibilidad hay con la existencia de un ser trascendente y que su creación necesite de: científicos, maestros, artistas, plomeros, ingenieros, artesanos, etc. Sino imaginen lo irracional de este argumento, así: 

Si un creyente en Dios quiere construir una casa, con el solo hecho de llamar a un ingeniero estaría negando a Dios. —Vaya, dirá el ateo, te atrapé, estás confiando en un hombre de ciencias para que te construya tu casa, cuando si Dios existe, debería ser él quien te la construya.

Como ves este argumento análogo muestra lo absurdo, profano y poco intelectual del mismo. Los ateos populares deberían instruirse más para intentar rebatir la existencia de Dios ante las razones teleológica, ontológica y moral que la apuntalan, por citar solo tres.

Que un creyente tenga fe en Dios y a la vez espere a la ciencia no es una contradicción. El creyente podrá tener fe por lo menos en tres estados, algo que explayo un poco más en mi  ensayo [el mito de la fe] donde exploro los tres estados por los que considero un cristiano transita, siendo el más importante el tercero de ellos y el único con propósito eterno. La fe en tanto Jesús como Señor, una dimensión de fe donde si bien la materia se puede afectar lo hace únicamente bajo el control de la autoridad del Creador y no sobre la del creyente de turno [fe peregrina].

Entonces, ante un evento como esta pandemia ¿para qué sirve la fe en Dios?

Volviendo al punto, habrá que recordar que la vida humana tiene diferentes dimensiones de experimentar la realidad. Nadie, ni siquiera un científico se atrevería hoy a negar que los seres humanos sentimos y aún nuestra materia se ve afectada por múltiples niveles sensoriales, entre ellos podemos nombrar: psicológicos, cerebrales, emocionales, químicos, biológicos, antropológicos, sociológicos y hasta culturales, es decir, que son múltiples causas las que afectan a nuestra especie y de diferentes formas, de ahí que la ciencia por ejemplo ya ha determinado que ante la misma sustancia inerte utilizada en seres humanos en unos puede actuar como placebo y en otros como nocebo, de forma poética diríamos que para una persona el mismo elixir puede ser antídoto y para otro veneno. 

¿Cómo se puede explicar tal contradicción?

Un equipo de neurólogos de la Universidad de Michigan (Estados Unidos), liderado por el investigador David J. Scott, ha descubierto que, cuando una persona cree que va a tomar una medicina eficaz, en su cerebro se activa una región relacionada con la habilidad de experimentar un beneficio o una recompensa (el núcleo accumbens) y segrega una sustancia denominada dopamina, que produce un efecto analgésico.(2)

Sin embargo, ese mismo poder del cerebro humano para inducir una curación o un alivio físico a partir de una creencia positiva, tiene su lado contrario: el menos conocido y poco investigado “efecto nocebo”, cuando la salud empeora a causa de la creencia del paciente de que la terapia no funcionará o incluso que será perjudicial. 

Según el especialista germano, en principio “placebo” y “nocebo” se relacionan con el mismo efecto, solo que uno es positivo y el otro es negativo, aunque “ambos nos afectan allí donde menos podemos controlarlos y estudiarlos: en nuestro inconsciente”.(3)

“La expectativa, es decir, lo que esperamos que suceda, influye en el desarrollo de nuestra enfermedad, provocando incluso que los síntomas desaparezcan o que surjan otros nuevos”, según el neurólogo alemán Magnus Heier.

Para el caso, la forma en que nos afecta COVID-19 tanto si tenemos el virus o vivimos con el temor o no que nos podamos infectar nos afectará en realidades distintas tanto físicas como metafísicas, pensar que la oración y la fe no juegan un papel vital no es científico es cientificista. La obra sanadora que la esperanza (la fe) puede hacer en el ser humano está comprobada pudiendo incluso llegar a modificar tanto los procesos químicos como emocionales a tal punto que podría hacer que las defensas del cuerpo contrarresten una enfermedad. El creyente le llamará fe en Dios, el cientificista dirá que es un engaño de la perversa religión y el verdadero científico dirá que estas relaciones entre lo físico y lo metafísico exceden su conocimiento. En todo caso no podría invalidarla.

La vacuna dicen los expertos tardará al rededor de 12 meses más, en cambio la fe, la oración y la expectativa, es decir, lo que esperamos que suceda, influirá en el desarrollo de la enfermedad, pudiendo provocar incluso que los síntomas desaparezcan, y note que no estoy citando la Biblia, sino la misma cita arriba planteada por el científico y neurólogo alemán Magnus Heier.

Para el caso, la definición científica de Heier se ajusta exactamente a la definición bíblica de fe "es pues fe la certeza de lo que se espera la convicción de lo que no se ve" (Hebreos 11:1) 

Así que creamos o no en Dios, no es posible confirmar que la fe sea sierva de la ciencia ni viceversa, ya que actúan en planos distintos en tanto cognoscibles como ininteligibles; tan solo podemos por hoy confirmar que la fe es el sujeto con el que pelea sin razón el cientificismo y sin embargo, es la creencia que trae completo alivio y paz al creyente en su plano metafísico y en muchos casos aún, modificando el plano físico.

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Comentarios

VdB dijo…
Saludos mi estimado, me gustó mucho este post, la verdad es que siempre se ha rivalizado la ciencia y la Fe en Dios. Siempre es bueno analizar bajo la lupa ambos argumentos, ya que ambos son válidos. Me quedo con tu frase "la ciencia y la en Dios no es una contradiccion"
Jonás Herrera dijo…
Saludos y gracias por leer.
Anónimo dijo…
Hola buenas noches Jonas,me parece extraordinario tu blog ¿por qué culpamos al diablo en muchas ocasiones?

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