Cristianos cancelados por el estado laico

Por. Jonás Herrera

El estado laico es un instrumento de la sociedad que debe garantizar la libertad de creencias, la separación entre las iglesias y el estado así como la equidad religiosa. Es una herramienta jurídica moderna que expresa las diferencias de pensamiento de la sociedad contemporánea.

 

Un estado laico permite la sana y civilizada convivencia entre diferentes grupos sociales para coexistir en paz en un espacio geográfico común. Sin embargo no debemos ser ingenuos al darnos cuenta que más allá de ser una herramienta jurídica ahora es también usada como un instrumento ideológico.

 

El ciudadano cristiano no debe ignorar que estado laico y laicismo son cosas distintas, así mientras el estado laico garantiza las funciones separadas, el estado laicista las cancela. El laicismo no garantiza la libertad de culto más bien su fin es eliminar a Dios de la cosmovisión ciudadana vía la imposición del estado, siendo más que un estado laico un estado ateo. El ciudadano cristiano puede estar de acuerdo en que el estado no debe ser confesional pero eso es distinto.

 

Los ciudadanos cristianos sabemos que nuestra cosmovisión conoce y puede defender que existe una moral objetiva, que existe un legislador moral universal y por lo tanto es correcto y es moral que el político y/o el ciudadano cristiano actúe y vote desde la base y defensa de esta cosmovisión; los que abogan por estado laico o mejor dicho por el laicismo tienen la asolapada intención globalista de cancelar por completo la cosmovisión cristiana atribuyéndole entre otros adjetivos: un discurso de odio.

 

Los laicistas aborrecen todo lo que huela a Dios, lo que buscan imponer es un estado ateo. Aquí cabe señalar que el ateísmo en sí mismo es una creencia quasi religiosa, una especie sectaria posmoderna que vende la falsa idea que todo lo que es anterior y cristiano se debe cambiar o renovar; su objetivo político programático es “evangelizar” ciudadanos sobre la base del relativismo moral y es lamentable que muchos cristianos caigan en la trampa de lo políticamente correcto pasando de ser cristianos a ser cristianos light; aquellos que han hecho a Dios a su imagen y semejanza.


En palabras del teólogo y sacerdote Luis Pérez Aguirre: "Viven una especie de evangelio "light" o "descafeinado". Un evangelio que no es sal ni fermento en la sociedad. Que se ha tornado insulso, incapaz de otorgar sabor… Estos cristianos "light" son por lo general buenos profesionales en su área específica, conocen bien la tarea que llevan entre manos, pero tienen dificultad para anunciar su buena noticia dentro de ese contexto. Flotan a la deriva, sin actitudes claras y su entorno va haciendo de ellos unos seres superficiales, indiferentes, permisivos, en quienes va anidando poco a poco un gran vacío de convicciones.


Mas el cristianismo es nada "light", sin buscarlo, llevará a conflictos y tensiones, consecuencia lógica de la reacción que causa una fidelidad absoluta al Evangelio. Por eso el cristiano será objeto de odio (Mt10:22-25; Mt18:21; Jn15:19-25; Jn16:1), y de división (Mt10:34-35); (Lc2:34; Jn7:12-13). Frente a El es imposible mantener prudencia o indefinición, pues se está con El o contra El (Lc11:23)"

 

Es de saber que la cosmovisión de un funcionario de gobierno o de los mismos ciudadanos en el ejercicio de su función pública o política impactará directamente en el buen vivir de los ciudadanos sobre los que gobiernan. No es verdad que el laicismo sea una cosmovisión neutral como lo hace ver el progresismo y el ateísmo relativista

 

Acerca de esta posibilidad de ser neutral el doctor en filosofía Agustín Echavarría dice: “El ateísmo (no es neutro) es una doctrina que niega la existencia de Dios, es decir que para ser ateo hay que hacer un juicio de valor y tomar partido sobre una moral, (entonces la cosmovisión cristiana es una creencia y doctrina al igual que lo es el ateísmo o cualquier otra creencia). Una cosa es no tener la creencia en algo y otra cosa es tener la creencia en la no existencia de ese algo, es decir, cuando nacemos no tenemos ninguna creencia en la cabeza, no afirmamos ni negamos nada”. Solo ahí hay neutralidad.

 

A nuestro caso, no nacemos creyendo neutralmente en la democracia o la dictadura, no nacemos de izquierda o de derecha. Todos los ciudadanos nos hemos hecho de una cosmovisión por distintas razones y al ser parte de la polis es nuestra prerogativa defenderla y este derecho no lo anula el estado laico más bien lo resguarda, la ideología que cancela este derecho es el laicismo progre anti cristiano que lo hace ver como neutral y correcto.

 

Todo individuo cristiano sea político o no está obligado a someterse a la moral y llevar consigo la cosmovisión cristiana. El cristiano debe estar comprometido con la sana doctrina sagrada y no con ideologías político partidarias.

 

No importa entonces si tu cosmovisión política surge desde el escepticismo religisoso, el humanismo, naturalismo, el libre pesamiento, el gnosticismo, el cristianismo secular, panteísmo, deísmo, el relativismo, el ateísmo o cristianismo; justamente es el estado laico el que garantiza que no serás violentado por pensar como quieras pensar, pero otra cosa y muy distinta es el laicismo, que en oposición directa y frontal al cristianismo quiere cancelar tu ética acusándote falsamente de retógrada, discriminador e intolerante, buscando imponer con el patrocinio y coerción del estado lo que ellos falsamente llaman “estado laico”.

 

En cambio los ciudadanos cristianos entendemos que nuestra cosmovisión bíblica si nos exige ser intolerantes contra los argumentos falsos propuestos por el relativismo moral, el apóstol dice:

 

derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo. (2 Corintios 10:5)

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